Son muchos los pacientes que acuden a consulta con un cirujano plástico especializado en busca de reducir o eliminar la giba de su nariz y darle una morfología mucho más estilizada y fina, más estética.
Esta giba o caballete nasal se caracteriza porque el perfil del dorso de la nariz está arqueado, es decir, no es recto, presenta un resalte. Sin embargo, es esta una alteración más común de lo que se piensa, pero que resulta muy fácil de corregir con una rinoplastia.
La giba nasal aparece normalmente un tiempo después de la adolescencia, a medida que los rasgos faciales van desarrollándose. Su causa obedece a dos motivos principales: puede ser por efecto de algún traumatismo nasal producido por un golpe en el dorso de la nariz, o simplemente puede tener un origen genético.
En este sentido, hay personas más proclives genéticamente a desarrollar esta convexidad en la nariz. En estos casos, la giba aparece en la parte inferior de la misma, muy cerca de la punta y es de tipo cartilaginosa.
Con el fin de corregir el aspecto de una joroba lo primero que se debe hacer es analizar la situación en su conjunto. Y es que, hay casos en los que la solución no es tanto reducir el caballete, sino más bien proyectar la punta de la nariz.
De este modo, el especialista en cirugía plástica y rinoplastia debe evaluar la estructura para determinar si el caballete nasal es causado por el hueso, los cartílagos o una combinación de ambos.
Este último caso es el más habitual, es decir, que sea una giba ósea y cartilaginosa lo que da ese aspecto arqueado a la nariz desde la raíz hasta la punta. De ser así, lo mejor es recurrir a una rinoplastia abierta para poder realizar un trabajo mucho más preciso.
Además, la ventaja es que, en la misma intervención se puede mejorar el funcionamiento respiratorio. Dicho esto, es perfectamente posible alinear el tabique a partir de una septoplastia, así como ensanchar las fosas o reducir el tamaño de los cornetes para mejorar la respiración.
A la hora de elegir entre rinoplastia abierta o cerrada para reducir la giba nasal, hay que contar con la asesoría personal de un buen cirujano plástico. Es un tema para discutir entre los dos.
Es natural que las cicatrices posteriores sean algo preocupante, y ni hablar de la idea de que quede alguna vía abierta. Sin embargo, la realidad es que solo queda una cicatriz externa mínima, muy difícil de observar a simple vista porque estará ubicada debajo de la nariz.
Por su parte, una rinoplastia cerrada no solo reduce el tiempo de cirugía, sino también el periodo de recuperación. No obstante, como sabemos, cada caso es único y diferente, por lo cual, no se debe optar por este tipo de intervención cerrada de manera automática.
De hecho, en muchas ocasiones, optar por una rinoplastia abierta para reducir la giba de la nariz es la opción más adecuada. Principalmente, debido a que facilita mucho más la labor al cirujano plástico, quien podrá realizar el mejor y más cabal abordaje al quedar expuesta toda la estructura nasal.
En el 95% de los pacientes se combinan dos tipos de técnicas. Una para trabajar toda la parte ósea y otra distinta para el cartílago. En la primera se procede a limar el caballete y se elimina el hueso sobrante.
En cuanto a la parte cartilaginosa, se corta el cartílago y se realiza una reconstrucción de la válvula nasal, ubicada en la parte superior de la nariz. Ello con la finalidad de eliminar la giba y favorecer una mejor respiración.